jueves, 13 de junio de 2013

Lo tengo todo, pero dámelo tú.

La verdad es que ya llevo varios días dándole vueltas a la actitud de la gente en general, pero de algunas personas en concreto. Bien, pues hoy, merodeando por la red, he visto algo que me ha empujado a escribir.

Había una persona S, que quería ser un príncipe azul, iba prometiendo a todas las mujeres casaderas del reino el oro, el moro, un palacio y una vida llena de aventuras. Esto, como es normal, hacía que todas las muchachas se acercaran a él, pero había una razón desconocida por la que al final, después de un tiempo, no superior a un mes, todas salían huyendo.

Algunos decían que estaba deforme, otros que maldito, aunque nadie, excepto las doncellas sabían la auténtica verdad.
Un día, una de ellas se le acercó, dejó que él se deshiciese en halagos hacia ella, que la cautivase, incluso la embaucase, la llevó a un gran palacio pequeño, pero le prometió que pronto tendría uno mejor, mucho más grande. M, la joven decidida a desenmascararlo accedió, pasó un par de noches con él, pasearon y empezaron a planear un futuro lleno de riquezas. En la siguiente semana, M, intentó llegar un poco más lejos, se besaron y todo seguía su proyección. S, unos días más tarde, le pidió a M un favor muy especial, sabía que ella no era tan rica y afortunada como él, pero el tiempo había retardado las cosechas y necesitaba algo de dinero para ayudar a dar prosperidad a sus terrenos.

La chica quedó un poco extrañada, pero fue a pedir a su padre lo que el príncipe le dijo. El padre accedió de inmediato, porque así su hija gozaría de mejores condiciones.
Esa noche S y M yacieron por primera vez y así durante una semana completa. Al terminarse esa semana ella estaba encantada con él, no le veía defecto alguno, todo era estupendo.
Llevaban dos semanas y media juntos y empezaron a aparecer señores muy elegantes por el palacio, las discusiones con S eran cada vez más grandes y éste, le volvió a pedir dinero a su amada. M, un poco extrañada no fue en busca de su padre, trató de buscar a otras damiselas que habían rechazado previamente al príncipe, le contó sus sospechas y estaba en lo cierto. M cogió sus cosas y se marchó.
Cuando el príncipe despertó al alba, vio su cara dibujada en todos los comercios del pueblo, en todos los árboles del bosque y en cualquier sitio allá donde fue. Carteles que decían "príncipe de la ilusión y rey de la mentira" donde explicaban que ni era príncipe, ni tenía una sola moneda.

La noticia corrió por todos los reinos vecinos, hasta que se pudo asentar en un pueblecito, esta vez fue algo más humilde y una familia lo acogió, le dio un trabajo y anunciaron las nupcias con su hija mayor, ambos estaban enamorados y dejaban muestras de ello en cada árbol, con pétalos de flor y cantándolo a los cuatro vientos.
Una noche ella empezó a pedirle cosas, era caprichosa y le exigía mucho. Él se sintió incapaz de complacerla, se sentía maltratado y fue casa por casa pidiendo morada, desprestigiando a su prometida a la vez que ella fue buscando consuelo en las sábanas de otros.
Así pasaron unos meses, hasta que un buen día se volvieron a encontrar, en otro pueblo, solos, sin ser queridos, abandonados a su suerte y no les quedó otra que volver a unirse, no se querían de verdad, pero siguieron fingiendo para creérselo ellos y hacérselo ver a los demás.
Siempre se supo que los dos fueron desdichados, que visitaron otras alcobas, pero que lo negarían siempre poniéndose de ejemplo de felicidad.


Esto en forma de cuento ñoño, es la pura historia de dos personas de carne y hueso, dos personas falsas, que se hacen daño, pero que se aman por las redes sociales mejor que nadie. Todo es cierto, hasta el complejo de príncipe azul rico entre los pobres...
y mi pregunta es, ¿no será mejor ser natural y discreto a ser tan ostentoso e hipócrita y que todo el mundo hable de ti por lo que siempre haces mal?

Cosas de las personas...



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