Cada día miraba por la ventana.
Cada día los mismos pensamientos.
Cada día la misma canción.
Cada día al levantarse lo primero que hacía era descorrer la cortina.
Cada día quería estrecharla y consolarla.
Cada día la observaba.
Y...
Cada día, Alicia, le cantó esta canción a su vecina Lola para darle fuerza.
(Unos días tras el cristal, otros sin él, lloviendo, nevando y con el sol más espléndido.)
Cada día Lola escuchó y terminó sonriendo.
Sola, en el invierno azul la muerte rompió el velo.
Sola, me quedé sin luz, sin vida y sin consuelo.
Sola, desheredada y sin dinero.
Sola, como una estrella que cae del cielo.
Sola, frente a un abismo que habita el miedo.
Le vi por primera vez, una tarde en un café.
Y sucedió. Ganó el amor.
Viví una ilusión, cuento del corazón.
Después marchó sin un adiós.
Sin un adiós.
Sobreviviré,
y aunque la vida me aseste su golpe mortal,
y aunque las noches de niebla me impidan mirar,
y esta vida que tengo y que es la mía.
Sobreviviré,
y aunque la llaga del tiempo me quiera matar,
y aunque la pena me ahogue en cada despertar,
sobreviviré, a esta vida que tengo y que es la mía.
Sola, me quedé sin luz, sin vida y sin consuelo.
Sola, desheredada y sin dinero.
Sola, como una estrella que cae del cielo.
Sola, frente a un abismo que habita el miedo.
Le vi por primera vez, una tarde en un café.
Viví una ilusión, cuento del corazón.
Después marchó sin un adiós.
Sin un adiós.
Sobreviviré,
y aunque la vida me aseste su golpe mortal,
y aunque las noches de niebla me impidan mirar,
y esta vida que tengo y que es la mía.
Sobreviviré,
y aunque la llaga del tiempo me quiera matar,
y aunque la pena me ahogue en cada despertar,
sobreviviré, a esta vida que tengo y que es la mía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ideas